Chusico contra el algoritmo

Hace semanas, antes incluso de charlar con él, le pedí a Chusico Espeleta material gráfico para ilustrar este artículo. Desapareció unos días. Volvió con 97 dípticos creados con las fotografías de uno de sus reportajes. Sí, 97. No un top 10. No una selección pulida de lo más instagrameable. Dípticos. Piezas que hablaban entre sí, que emocionaban, que tenían movimiento interno. "Gracias por tu paciencia", me dijo por WhatsApp al pasarme este link a los contenidos. "Ha sido tan enriquecedor para mí preparar esta boda... Te mando los 97 dípticos y, además, un vídeo de 3 minutos", añadió. Y ahí, en esa respuesta, está toda su poética. Su propósito. Su compromiso. Una auténtica declaración de intenciones.
Chusico es fotógrafo de bodas y actor de teatro de improvisación. Es una persona impredecible, divertida, profundamente humana, y está en un momento en el que muchos creativos podrían reflejarse. Lleno de ideas, sobrado de talento, y completamente bloqueado a la hora de compartir su trabajo. ¿La razón? La frustración de tener que encajar en un sistema de comunicación que premia la rapidez, la superficialidad y la repetición de fórmulas. Instagram y el algoritmo.
Christina Greve también ha escrito sobre ese proceso que va desde una conexión fluida con la creatividad a esa insufrible sensación de vacío, bloqueo y agotamiento emocional cuando la presión por producir se vuelve incontrolable. “Yo antes ofrecía talento a cambio de dinero y ahora tengo que ofrecer talento, tiempo y cuerpo”, explica. “He estado tan desbordado, que me he apagado; si no era capaz de asumir el trabajo que tenía, ¿para qué seguir publicando?”, concluye.
Durante años, el boca a boca ha sido su mejor aliado y 2024 fue el primer año en el que no publicó nada en absoluto. Nada. Cero. Ni una boda. Y sí, esto es aún más sorprendente sabiendo que hace audiovisuales maravillosos y que es capaz de crear 97 dípticos para una sola historia simplemente porque yo se lo he pedido. La paradoja es dolorosamente clara. Tenemos herramientas para comunicar como nunca antes, pero no sabemos cómo usarlas sin dejar de ser quienes somos.

¿Qué hace un creativo cuando no encaja en el escaparate?
Chusico no tiene respuestas simples, pero sí una claridad desarmante. Reconoce que durante mucho tiempo adoptó un discurso “negacionista” de las redes. Pero ahora mismo, hablando frente a mí, parece tenerlo todo bastante claro. “Si eres taxista, no puedes quejarte de conducir y, si eres fotógrafo, tienes que estar en redes sociales", asegura. "Yo estoy en una etapa maravillosa de creatividad, justo ayer mi profesora de teatro me dijo que estaba a tope, ahora bien, tengo que descubrir qué es exactamente lo que me cuesta tanto a la hora de publicar lo que hago, porque tiene que haber algo más", confiesa.
Ese “algo más” es lo que nos interesa. Porque no se trata solo de Chusico. El 58 % de los creadores consideran que los algoritmos priorizan el contenido controvertido o superficial sobre lo auténtico. Se trata de una generación entera de creativos que ven cómo su trabajo, su ética y su forma de estar en el mundo no encajan en las reglas del juego. Porque el juego ha cambiado. Eso es evidente. Ahora todo debe ser inmediato, espectacular, bonito. Emocionante, sí, pero filtrado por ese no sé qué que nadie sabe exactamente lo que es, pero que es lo único que importa. Algo no demasiado auténtico. Algo no necesariamente mejor. “Estoy en un momento de muchísima creatividad, pero eso no se refleja en mi Instagram”, insiste. “Y eso me frustra”.

La emoción no se mide en likes
Una parte clave del universo Chusico es su obsesión por la emoción. No como algo impostado, sino como proyección de su verdadera identidad. “La emoción no es fácil de fotografiar porque vivimos en una sociedad que nos educa para no mostrar nuestros sentimientos y, cuando alguien llora o se ríe de verdad, en las fotos no siempre se ve favorecido" asegura. Un análisis de más de 10 000 usuarios de Facebook le da la razón y revela que la expresión auténtica favorece el bienestar, aunque muchas veces se sacrifique frente a la presión de encajar en estándares idealizados o estéticos al convertirlos en contenidos online. "Pero no debemos olvidar que esa emoción genuina es la que realmente conecta”, asegura Chusico que, aparte de hacer fotos de boda, es un grandísimo retratista.
"Hay fotógrafos que cuando quieren estar cerca, se acercan con la cámara, pero a mí me interesa mucho más la cercanía emocional que la física". Chusico no llega a una boda con un guion cerrado. Él llega preparado para la improvisación, para la interacción, para el juego, para que sucedan cosas que él pueda documentar. Chusico puede aprenderse fácilmente 40 nombres en una boda. No es una anécdota, es una estrategia de conexión. Porque la cercanía emocional, esa que no se puede fingir, es la que le abre las puertas a lo real. Aunque lo real, sin el filtro de las redes, no siempre se entienda, no siempre se viralice, no siempre encaje.






¿Y entonces, qué hacemos?
Primero, normalizar la frustración. No estamos locos. Dos tercios de los profesionales creativos sufren estrés laboral, ansiedad y burnout, precisamente por esta presión constante entre crear con sentido y producir contenido para encajar en formatos prefabricados.
Segundo, buscar formatos que nos representen. Como los dípticos de Chusico. “Es mucho más sencillo y llevadero para mí trabajar en díptico que hacer un montaje audiovisual”, cuenta. “Y, además, me permite jugar con el movimiento, que es lo que echo de menos en la fotografía”. Ojito con esto. Un estudio de Frontiers in Psychology demuestra que adaptar las tareas creativas a tus preferencias personales, incorporando estados emocionales conscientes, interpretando bien cómo te sientes en cada momento, aumenta la motivación para crear, mejora el rendimiento y fortalece la conexión emocional con tu propio trabajo.
Y ¡tercero!, debemos recordar constantemente que nuestro trabajo no es solo producir. Es también resistir, acompañar, ofrecer. Es también cuidar la salud mental, proteger nuestro estilo, conservar una cierta alegría de crear y una cierta alegría de vivir. Aunque nadie lo vea. Y aunque el algoritmo no lo entienda. Adaptarse no es venderse. Es encontrar caminos nuevos. Hackear el sistema. O buscar nuevos públicos en la pareja, en los invitados, en las abuelas... ¡No todo tiene que petarlo en TikTok!

El eterno dilema
La boda que Chusico fotografió, justo la boda que desencadenó esta entrevista, le planteó un dilema que no tiene una respuesta demasiado evidente. "En la ceremonia llovía a cantaros y en lugar de coger el paraguas hice fotos, que no eran una maravilla, sino fotos que simplemente contaban lo que estaba pasando, porque a veces la fotografía es simplemente eso", me relata. "Al día siguiente la cámara dejó de funcionar y en ese momento me planteé si había merecido la pena o no".
Yo tampoco tengo una respuesta a esa pregunta. Quizá nadie la tenga. Pero estoy convencido de que el mundo necesita más Chusicos. Profesionales comprometidos que engrandezcan lo que realmente está pasando. La vida, sin matices, sin efectos ni filtros. La vida. Sencilla y maravillosa tal cual es. Más Chusicos que compartan sus límites, todos ellos, hasta convertir sus experiencias en una gran lección. Porque aunque nadie lo comparta, aunque no se vea bonito en stories, aunque no sea mainstream o viral, si es auténtico, ¡si es libre!, indudablemente, vale la pena.

Si te ha gustado este reportaje, puedes continuar inspirándote en nuestra sección de consejos, donde nos esforzamos cada día por ofrecer reportajes inspiradores e interesantes que te ayuden a seguir aprendiendo en este ilusionante y dinámico camino de las bodas.
