El precio del sí quiero

Y cómo puede afectar la subida de los presupuestos al número total de bodas en el futuro.

El precio del sí quiero
Todas las fotos de este reportaje pertenecen a @javierabad de @f2studio

Atención. “Casarse ya no va de amor: va de dinero”. Lo leí en Instagram hace unos días. Suena como el típico titular pensado para crear debate y que se incendien los comentarios. Pero al leerlo, lo confieso, me hice una sola pregunta. ¿Hasta qué punto es verdad?

El artículo de Código Nuevo lo explica sin rodeos. Y es un asunto que muchos de los que trabajamos en la industria de las bodas hemos debatido en los últimos años. Nuestro sector se ha profesionalizado, es cierto, han mejorado los servicios que se ofrecen de manera significativa y, con ello, se han encarecido los costes, queda claro. Los proveedores somos más persuasivos y capaces a la hora de contar lo que hacemos y seducir, cada año, a nuestros clientes, sobre todo, a través de nuestras redes sociales. Y crecen las expectativas. Y el deseo. Y el presupuesto.

Antes, el matrimonio era una obligación social y cultural y existían tantos tipos de boda como parejas más o menos dispuestas a casarse. Hoy, cuando el matrimonio ya no es el único modelo válido de convivencia, la ecuación parece haber cambiado. Quien decide casarse lo hace por la ilusión, por el rito o por la fiesta, pero también, y aquí está el debate, por el dinero.

Cada vez se casa menos gente

La Agencia EFE asegura que las bodas en España no son una moda, precisamente. En 1976 se celebraron casi 270.000 matrimonios en nuestro país. En 2022, la cifra fue de 179.107. Es decir, en medio siglo el número de bodas ha caído en torno a un 33 %, según datos del INE. Solo hubo un repunte claro en 2005, tras la aprobación del matrimonio igualitario, y en 2022, cuando se acumularon las bodas aplazadas por la pandemia.

“Casarse ya no va de amor: va de dinero”, predice Código Nuevo. El amor sigue ahí, lo tengo claro, pero la boda ya no es el único cauce. Vivir en pareja, tener hijos o construir una vida juntos no pasa necesariamente por el registro civil o por la iglesia. Cuando se celebra, lo que pesa cada vez más es la capacidad de costearlo. Y yo me planteo, en qué medida afecta realmente la pasta al impulso de las parejas a casarse.

Segundos del mundo en gasto nupcial

En España, una boda media cuesta entre 23.000 y 27.000 euros, lo mismo que un salario bruto anual medio. En comunidades como Madrid, Cataluña o el País Vasco, no es raro que la factura supere los 30.000 €, mientras que en regiones como Murcia o Canarias la media se mueve entre 12.000 y 17.000 €.

Un reportaje de ABC lo resume de forma impactante. Muchas parejas gastan ya 40.000 € en su boda. Y la tendencia, ojito con esto, no tiende a la baja. No es solo una sensación local. Es un dato global. España es el segundo país del mundo donde casarse resulta más caro, solo por detrás de Estados Unidos. Os paso una comparativa, para que entendáis mejor lo que os estoy diciendo.

  • España: 23.000–27.000 € (media).
  • EE. UU.: 33.000 $ (unos 30.000 €).
  • Reino Unido: 20.700 £ (24.000 €).
  • Francia e Italia: entre 20.000 y 30.000 €.
  • Alemania o Canadá: 18.000–20.000 €.

Comer dos veces es cultural

En España, bien mirado, en las bodas comemos dos veces. Primero está el cocktail, que así de media suele durar una o dos horas entre canapés, estaciones de jamón, showcooking, cócteles creativos, bufets, y demás. Luego, cuando ya llevas dos horas de entrantes, por decirlo de alguna manera, sueles sentarte delante de un menú formal de uno, dos o tres tiempos.

El Comidista muestra en este artículo esclarecedor cómo este formato doble se ha convertido en un convencionalismo gastronómico desbordante. Casi nadie se plantea una boda sin cocktail prolongado más banquete. Hasta el punto de que en España el coste medio del cátering está entre 13.000 y 14.000 €, con un precio por invitado que oscila entre 134 € en Murcia y 267 € en Asturias.

En nuestro país, la partida que determina el precio de las bodas es sobre todo lo que se come. En España, el cátering supone hasta un 70 % de la factura. En Estados Unidos, por ejemplo, el banquete supone un 20–30 % del presupuesto, mientras que en países como Alemania o Reino Unido la proporción a veces es incluso menor. Allí, lo importante no es tanto la abundancia a la hora de dar de comer a la familia, sino la ambientación o la música.

Los invitados pagan las bodas

El gasto no lo soporta solo la pareja. ¿Me sigues? Esa idea de las bodas como un despilfarro no es exclusiva de los enamorados que cada año deciden casarse. Los invitados también sienten el peso y la imagen de las bodas como un evento costoso se ha impuesto en nuestra sociedad a todos los niveles, no solo cuando eres tú quien se casa, sino también cuando recibes la invitación de tu prima, de tu mejor amigo o de tu compi del pádel.

Insisto, sea quien sea quien se case, el regalo estándar se sitúa entre 150 y 300 €, dependiendo de la ciudad, pero hay que sumar transporte, alojamiento y vestuario. El Confidencial calcula que asistir a una boda en Madrid o Barcelona cuesta entre 250 y 400 € por persona.

De ahí que haya más de uno y de dos que opten por ir a la despedida, pero no a la boda, y personas que prioricen solo algunas celebraciones de amigos cercanos. Desde fuera de nuestras fronteras les parece de mala educación, me consta, pero los países mediterráneos han sido pioneros en que el regalo de bodas sea el coste del cubierto en la boda. Pago por mi comida. Cubro gastos. Y ya.

La diversidad como oportunidad

Para las generaciones millennial y Z, con salarios precarios e incertidumbre laboral, gastar 30.000 € en un solo día se enfrenta directamente con objetivos vitales como comprar vivienda o ahorrar para la crianza. De ahí que casarse se viva como un lujo secundario. Bonito, sí, inolvidable, también. Pero, por circunstancias, nada imprescindible.

Y eso conecta con la pregunta que os planteaba al comienzo de este artículo. Tal vez el amor siga siendo el motor, pero el dinero se ha convertido indudablemente en el filtro. ¿Significa esto que el sector está condenado? En absoluto. El reto es ampliar la mirada. No todas las bodas tienen que ser un fiestón de 200 invitados con banquete doble.

Cada vez hay más parejas que optan por bodas íntimas de 20 o 30 personas, por celebraciones urbanas minimalistas o por enlaces en el campo con un menú frugal y sostenible. En el Ayuntamiento de Manacor, incluso, se han impulsado bodas colectivas por 24 € para quienes quieren un rito sin demasiado lujo, tras comprobar que todos los gastos de una boda, por pequeños que sean, son tenidos en cuenta.

Estas fórmulas no son un plan B, sino una oportunidad de diversificar y democratizar el sector. Tal vez no exista el plan A, de hecho, por más que se viralicen las bodas de alto presupuesto y se pongan la mayor parte de las veces como ejemplo de lo que significa casarse. Que haya bodas de tres días y banquetes fastuosos, sí, pero también bodas íntimas, familiares y sostenibles.

Entonces, ¿va de amor o de dinero? No podemos negarlo. Cada vez se casa menos gente en España. Los datos económicos lo rematan. Casarse aquí cuesta tanto como un año de sueldo y nos convierte, en lo que a las bodas se refiere, en uno de los países más caros del mundo.

Así que sí, la frase de Instagram tiene parte de verdad. Casarse hoy va de dinero. Pero también de amor, de rito, de identidad y de fiesta. Desde el magazine de Unionwed nos comprometemos cada día a la creación de una imagen diversa y atractiva de las bodas, para que todas las parejas que, en algún lugar de España, se estén planteando casarse, todas ellas, puedan encontrar inspiración en nuestro portal.

La clave pasa por crear una visión plural de nuestro mundo. Nuestra industria está de sobra preparada para afrontar este desafío. El futuro debe invitar a cada pareja a encontrar su manera de celebrar sin que la cuenta bancaria lo decida todo. Porque lo que nunca debería perderse es lo esencial, el derecho de todos a formalizar nuestro amor, cómo, dónde y rodeados de quiénes nosotros decidamos. Porque el amor está ahí. Podéis estar tranquilos. Y los que nos dedicamos a las bodas lo comprobamos, una y otra vez, de forma incansable, cada fin de semana.

Si te ha gustado este reportaje, puedes continuar inspirándote en nuestra sección de consejos, donde nos esforzamos cada día por ofrecer reportajes inspiradores e interesantes que te ayuden a seguir aprendiendo en este ilusionante y dinámico camino de las bodas.


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