La boda que desafió a un tifón

La boda que desafió a un tifón
Jade y Jamaica se dan un beso a la salida de la ceremonia de su boda junto a los miembros de su cortejo y con el agua por las rodillas. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

En la histórica Iglesia de Barasoain, en Malolos, al norte de Manila, la capital de Filipinas, Jade Rick Verdillo y Jamaica Aguilar decidieron casarse el 22 de julio de 2025, pese a que el tifón Wipha había inundado el interior del recinto.

El altar, el pasillo, los bancos, todo se había convertido en una auténtica piscina. Sin embargo, para ellos esta noticia fue un simple paso más del camino que, juntos, habían elegido recorrer. Su historia ha trascendido el universo de las bodas y muchos medios de todo el mundo han puesto el foco en esta pareja de enamorados que desafió al tifón.

Jamaica Agular nunca imaginó que las fotos de su boda serían virales. Y mucho menos el motivo. El vestido ha sido uno de los más afectados. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

La escena, dramática para la mayoría, emergió de inmediato como un símbolo inesperado de resistencia. Jamaica, de blanco riguroso, avanzó por el pasillo de la Iglesia como si caminara por la orilla de una playa. La cola de su vestido flotaba suavemente en el agua, mientras Jade la esperaba en el altar vistiendo el tradicional Barong Tagalog empapado, pero sosteniendo ese instante irrepetible con dignidad, calma y emoción.

“Acabamos de reunir el coraje suficiente”, dijo Verdillo, capturando la delicadeza de aquella decisión que celebró el amor, a pesar de la tormenta. “Decidimos hacerlo hoy porque siempre habrá más sacrificios por venir”, confesó. “Esto es solo un desafío más que hemos superado”, añadió Jamaica con una serenidad envidiable.

En Asia es habitual que antes de ingresar a los templos budistas o hinduistas, los visitantes se quiten los zapatos. Esta vez lo han imitado en una iglesia católica. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

Los invitados, algunos en atuendos tradicionales, muchos descalzos, otros cruzando el pasillo arremangados, formaron una procesión que parecía más un rito de comunidad que una ceremonia lastimera. “El amor prevaleció, aún contra el clima y la tormenta, de hecho, la boda continuó y fue extraordinaria”, aseguró Jiggo Santos, uno de los invitados.

El Times of India redondeó el simbolismo asegurando que fue una boda tradicional con un significado muy profundo sobre el amor y la unidad frente a las adversidades. Un mensaje especialmente poderoso en toda la región del Índico y el Pacífico occidental, donde los tifones condicionan cada año la economía y las infraestructuras y, de forma dramática, también la vida social y emocional de todas sus comunidades.

Como parte de un "dress code" verdaderamente único, los amigos de la pareja esperaban por el inicio de la ceremonia con los pantalones remangados. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

En cada encuadre, el exceso de agua parecía reinventar el rito amplificando su significado. Son solo diez fotografías. Lo admito. Pero todas ellas, en su conjunto, ese vestido que flota, esos pantalones remangados, esos invitados que atienden impasibles a lo importante, etcétera, reivindican algo genuino. En esa paradójica realidad a la que nos lleva este reportaje, se percibe normalidad en lo que no es normal, se siente el esfuerzo compartido para defender lo trascendente, lo simbólico, lo esencial. Y ahí, justo ahí, es donde lo cotidiano se vuelve extraordinario. Son solo diez fotografías. Lo admito. Y todas ellas, en su conjunto, cuentan una historia inspiradora. Única.

La fuerza de las imágenes, insisto, radica en su falta de ambición. Vemos a la pareja y sus invitados reunidos bajo el agua, sin dramatismo, sin pompa, con la actitud auténtica de resiliencia de un pueblo acostumbrado a sufrir dramas de este tipo cada temporada de tifones. En las imágenes todos posan de la misma forma, muy probablemente, de cómo lo hubieran hecho en otras circunstancias, enriqueciendo el reportaje con un relato de resistencia inquebrantable frente a las adversidades.

En Filipinas viven más de 114 millones de habitantes y la religión predominante es la cristiana. Son la comunidad más numerosa de Asia y una de las tres más grandes del mundo, junto con México y Brasil. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

En este contexto, como podrás entender, no es ni siquiera la primera vez que la iglesia de Barasoain celebra el amor bajo el agua. En julio de 2023, otra pareja, Dianne Victoriano y Paulo Padilla, también decidió seguir hacia delante con su boda pese a que el tifón Doksuri había convertido el templo en una bañera. Dianne, al igual que Jamaica, lucía poderosa con el agua por los tobillos. “Cuando vimos la iglesia inundada, simplemente decidimos seguir adelante con la ceremonia y no nos importó nada más”, aseguró. Lo esencial, según ella, era casarse rodeados de todos sus familiares.

Estas bodas pasadas por agua son un reflejo concreto de la vida actual en Filipinas, donde tifones como el Doksuri y el Wipha desdibujan la frontera entre lo posible y lo imposible. Estas bodas, lejos de ser incidentes aislados, se vuelven símbolos colectivos de adaptación a los impactos, en ocasiones catastróficos, que todos sufrimos debido al cambio climático.

El tifón no ha impedido que haya un ramo de flores, una costumbre occidental que conservan y que muchas veces se lanza para que lo recojan entre las invitadas. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

Lo cierto es que Filipinas, azotada por entre 18 y 20 tifones al año, vive ese tipo de adversidades con mayor frecuencia que otras partes del planeta. Wipha, aunque degradado a tormenta tropical al tocar tierra en Vietnam, ya había dejado una estela de más de 80 000 refugiados tras su paso por Filipinas. En ese contexto, la decisión de seguir adelante con la boda fue a la vez íntima y colectiva, una expresión de resistencia tan común como extraordinaria.

Vale la pena recordar que las bodas filipinas están profundamente arraigadas a tradiciones que celebran el vínculo familiar, la fe y la comunidad. Los filipinos celebran el pamamanhikan, una cita previa al enlace donde el novio y su familia visitan a los padres de la novia para solicitar su mano y planificar juntos la ceremonia. Los rituales del velo y el cordón o el intercambio de las arrhae simbolizan la unión visual y espiritual de la pareja, su compromiso mutuo de protección y respeto. También es habitual el money dance, donde los invitados pinchan billetes en la ropa de los recién casados como gesto de apoyo económico y buenos deseos.

En Filipinas se han suspendido las clases por el tifón y estos niños han asistido a la boda, con la ventaja de que el agua no les llega a sus pies. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

Estos rituales muestran cómo las bodas en Filipinas no consolidan simplemente la unión de dos personas, sino toda una red de afectos y símbolos comunitarios que enriquecen y dignifican todavía más el compromiso que firmaron Jamaica y Jade.

Queda claro, por otro lado, que su boda no buscó en ningún caso la sofisticación y la elegancia, sino la verdad del momento y la grandeza de la experiencia compartida. En un mundo donde las bodas a menudo se diseñan para crear impacto, la escena de Jamaica y Jade nos recuerda que el amor no suele necesitar filtros ni decorados grandilocuentes. Basta con la presencia genuina, el calor de las miradas y la voluntad de vivir el instante tal y como se presenta.

El novio Jade Rick Verdillo también se quitó los zapatos y estuvo descalzo. La Iglesia de Barasoain, ubicada en Malolos a 42 kilómetros de Manila, es uno de los edificios más importantes de Filipinas. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

Jamaica y Jade no estuvieron solos frente al agua. Ellos avanzaron acompañados de quienes aceptaron su invitación. No a una simple ceremonia, ni a una fiesta, sino a una verdadera aventura.

En lugar de percibir la inundación como un tropiezo, un lastre o una incidencia, ellos convirtieron la circunstancia en un acto colectivo de valentía y compromiso. Posponerlo todo habría sido lo más sencillo. Jamaica y Jade, sin embargo, eligieron la esperanza, confirmando que la unión que estaban celebrando desafiaba sin miedo a cualquier tifón.

Jade y Jamaica llevan 10 años juntos, según informaron medios locales. Su boda, como jamás hubieran imaginado, se ha transformado en noticia mundial. Filipinas ahora deberá recuperarse tras la tormenta tropical causada por el tifón. NATIONAL GEOGRAPHIC a través de CORDON PRESS

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