Robert Marcillas nos habla de las claves del éxito del fotógrafo del año

Es el fotógrafo del año. Así, sin más. Y lo tengo delante. Hay algo en él que me hace sentir que se toma muy en serio lo que estamos haciendo justo en este momento. Robert Marcillas, por ser quien es y hacer así de bien lo que hace, está acostumbrado a hablar de sí mismo, pero me da la sensación de que no le encanta. Sabe venderse. Y se le da estupendamente. Pero siento que es algo aprendido. En seguida comenzamos a hablar de las personas que trabajan para él y se relaja. Es más tímido de lo que aparenta. Intuyo que su equipo, además de equipo, es familia, es tribu, y compartir los éxitos y los fracasos forma parte de su naturaleza.
Me confiesa que hace años, cuando era un asistente más en el auditorio del Photoforum, veía recoger este tipo de reconocimientos a sus ídolos. Me menciona a Daniel Alonso, de People Producciones. "Y ahora, que me ha tocado a mí, este premio igual me ayuda a aceptar que vamos por el buen camino", asegura.
Yo asistí a su charla en Bodaf, y comprobé el lado más directo y audaz del Marcillas empresario. Sin embargo, el momento de la recogida del trofeo en el escenario, acompañado de sus empleados, con su hijo en brazos, y con sus padres emocionados, perdidos entre los asistentes, me ha ayudado a componer un retrato más humano y completo de este fotógrafo de bodas tan singular y comprometido al que ahora mismo estoy entrevistando. "Mi madre tiene subido a Instagram un vídeo de 4 minutos en el que se la oye gritar todo el tiempo", me comenta entre risas. Buen tipo, Robert.


Empresario antes que fotógrafo
Empezó con 20 años con una cámara "súper sencilla", que encontró en un cajón de la casa de su abuela, sin muchas pretensiones, casi por casualidad. El nombre de su empresa lo puso sin pensarlo demasiado, su propio nombre, parece evidente, aunque con los años ha formado un equipo de 6 personas que le han ayudado a crear una marca de éxito incuestionable sin perder su esencia original. "Para que todo sea Robert Marcillas, ahora que somos 7 en la empresa, tenemos claro que cada paso que demos debe ser intencional. No podemos dejar nada al azar". Ojito con esto. Estrategia y planificación para conseguir un estilo reconocible por su cercanía y su naturalidad. De entrada, parece contra-intuitivo. Escribo en mis notas: hay mucho talento frente a mí.
Robert no deja nada al azar. Me queda claro. Y lleva ya un rato hablándome como empresario. Todo el tiempo. Evidentemente, le paro y se lo digo. "Es que yo creo que nunca me he considerado un fotógrafo o un artista, me considero más una persona de negocios", me responde. Sin rodeos. "Yo soy ingeniero, la fotografía me llamó la atención hace 15 años, por temas personales, y he aprendido muchísimo a nivel técnico, me ha llegado incluso a obsesionar, pero lo que me apasiona realmente es hacer negocios, es cierto, el negocio me engancha mucho más".


Un estilo reconocible sin término medio
Robert no es equidistante. Me insiste bastante en este asunto cuando le pregunto por su estilo. Lo piensa un rato, susurra "qué difícil" un par de veces, y luego me asegura que él, en las bodas, o documenta sin artificios o construye imágenes pensadas al milímetro. Natural 100% o posado riguroso. Sin término medio. Por decirlo de alguna manera, rechaza la puesta en escena disfrazada de espontaneidad. Prefiere lo real, lo auténtico o, en su defecto, lo completamente intencionado. "El 90% de mis fotografías son totalmente naturales, pero sí que es verdad que les pido a mis clientes un 10% de fotos que van a ser cien por cien preparadas, y ellos lo saben".

Una marca con un rumbo claro
No le gusta Instagram, ni estar pendiente del móvil, ni publicar contenido... Lo primero que delegó, de hecho, fueron las redes sociales. Andrea, su responsable de comunicación, es quien ahora se encarga de amplificar la voz de su marca y de cumplir con unos objetivos marcados, "todo tiene que ser intencional", me queda claro, a través de una hoja de ruta trazada al milímetro. "Los primeros 5 meses le di una brasa a la pobre que no te puedes ni imaginar. Tenía muchas dudas, inseguridades más bien, y estaba muy implicado", confiesa. "Hasta que realmente me di cuenta de que ella ya lo hacía mejor que yo y que no íbamos a perder en ningún caso el rumbo".
Esto del rumbo, de no perder el norte, del propósito, la machacona idea de caminar hacia donde tú has decidido caminar, Robert me lo recuerda cada varias frases. Que le quede claro al lector. Le pido, por favor, que me lo resuma. "Laboralmente tengo varios objetivos y uno de ellos es llegar a cierto nivel de bodas y para llegar a cierto nivel de bodas necesito pasar por una serie de pasos que previamente he analizado. No puedo saltarme ninguno de los pasos porque luego me van a venir hostias por todos lados", sintetiza. "Tengo que estar siempre preparado. Estrategia, estrategia. Para gestionar un negocio como el que yo deseo gestionar debes hacerlo todo con intencionalidad y siendo consciente de cada paso del proceso".


En la foto de grupo, de izquierda a derecha, Marc (segundo fotógrafo), Andrea (community manager), Robert Marcillas, Clara (fotógrafa de apoyo), Alejandro (fotógrafo principal), Arnau, (fotógrafo principal).
El valor del equipo y el arte de delegar
Después de escucharle durante varios minutos, puedo asegurar que Marcillas es devoto del trabajo en equipo. Se vio forzado a contratar a gente debido a la pandemia y así, pasito a pasito, hasta hoy. Él dispara casi todas las fotos que muestra, y noto que me lo dice con la intención de que yo lo escriba, pero en todo momento me hace saber que no está solo. Ha formado una familia a su alrededor. Y siento que, tal vez por su espíritu de empresario, pero también por su evidente sensibilidad, ha tenido la suerte y la capacidad de rodearse de personas a las que admira. "Arnau, por ejemplo, tiene un talento para la fotografía increíble. Hace años me escribió un correo y, sin yo conocerlo de nada, le respondí venga, vale, mañana te vienes conmigo", me dice. "Y con el tiempo he comprobado que tiene un talento que igual yo nunca tendré y me complemento con él de una manera muy guay", confiesa.
La devoción por su equipo, en este momento, además de una herramienta para hacer escalar su negocio, se ha convertido en una fórmula para ganarle tiempo a la vida. "Tengo un pequeño de 10 meses y, aunque sea muy difícil delegar algo que llevas tú haciendo años, se termina haciendo de una manera más decidida cuando quieres llevar a tu enano al cole y montar con él en la bicicleta", asegura. "Yo llevo unos años construyendo todo esto a mi alrededor, creando unos cimientos que ahora me permiten estar enfocado en el trabajo y en la familia". Estrategia. Estrategia. Estrategia. Equipo. Equipo. Equipo.


Formación dirigida a la excelencia
Robert se define a sí mismo como un flipado de las curvas de aprendizaje. Y ese mismo entusiasmo lo ha llevado a formar a otros. Le comento que deseo que el artículo sea cortito. Y que me lance algún consejo, así en general, para mis queridísimos lectores. "Haz mejores fotos", responde. No tan resumido, Robert, querido, le digo. "Si tu fotografía es de 5 sobre 10, tus clientes van a ser de cuatro sobre 10. Si tu fotografía es de 10 sobre 10, tus clientes van a ser de 9 sobre 10. Entonces tienes que hacer focus en mejorar la fotografía, la fotografía siempre tiene que estar por encima de las expectativas de tu cliente, nunca por debajo".
Le veo entregado. Y le tiro un poco de la lengua. Venga, sigue. "Cuando estoy haciendo formación a mí me funciona ser yo mismo, ser súper directo, súper claro. Y la pregunta que más me hacen es: ¿cómo contactas con las wedding planner? o ¿cómo llegas a cobrar X por boda? Y mi respuesta siempre es la misma: haciendo buenas fotos. No hay ninguna fórmula secreta", añade. Sigue, Robert, sigue. "Este viernes tengo un One to One, por ejemplo, con una pareja de fotógrafos. He visto su portafolio y no he encontrado nada que los diferencie de los otros 25 fotógrafos que están en su zona. Nada. Para mí es evidente. Tienen que mostrar mejores fotos". Me queda claro.

Una experiencia de lujo que sigue siendo humana
Antes de esta entrevista, me consta que Robert Marcillas ha trabajado en varias bodas de alto presupuesto de esas en las que andas varios días ocupado. Para quedar con él he tenido que utilizar una app que administra su tiempo disponible. La dialéctica del mercado suele ponerme en estado de alerta, pero Robert me explica sus razones de una manera honesta que me interesa y me inspira. Para él, existen buenos clientes o malos clientes porque, como empresario, lleva años persiguiendo un perfil de boda que le permite sumar, al final de cada temporada, unos beneficios determinados. Sin más. Y le veo, y le escucho, y en gran medida envidio su capacidad para tomar este tipo de decisiones como gestor de su negocio sin perder su compromiso por documentar el lado más cercano y natural de las parejas que le contratan. "Siempre me hago colega de los amigos del novio", me suelta, así de pronto, sin percibir mi admiración, porque soy muy sensible a la capacidad que poseen ciertas personas para conseguir absolutamente todo lo que se proponen sin dejar de ser quiénes son.
Y yo me pregunto, cómo lo hace, en serio. Y se lo consulto. "Simplemente intento no tratar a todos los clientes por igual. Ya desde el primer correo les trato de forma distinta a todos ellos. Yo creo que este año y el que viene no tengo ninguna boda con un presupuesto estándar. Porque, al final, cada cliente tiene sus necesidades, tiene sus expectativas y, por lo tanto, el presupuesto que recibe cada pareja es diferente", me explica. Ponme un ejemplo. "Pues el otro día estuve en una boda india donde eran 120 invitados, no eran muchos, pero por la cantidad de horas de trabajo tuvimos que ir tres fotógrafos para hacer turnos de descanso". Entendido.
¿Y cómo llevas el aumento de la responsabilidad?, le pregunto. "Bien, ten en cuenta que no ha sido un aumento así de golpe, ha sido una evolución para la que llevamos ya mucho tiempo preparándonos", me contesta. Estrategia y equipo, por supuesto. ¿Y desde cuándo te llevas preparando? "Pues desde que hice un workshop con Pablo Laguía que me abrió los ojos, y en el que decidí hacer un cambio en mi estilo de fotografía, ahí comencé un periodo de transición que termina ahora ya este año, el primero en el que estaremos toda la temporada a este nivel de exigencia".


Planificación y selección, las claves de su éxito
Tengo una duda, porque hasta aquí no veo demasiadas diferencias entre lo que hacen otros fotógrafos de distintos ámbitos a los que conozco y admiro, y lo que él define cómo la clave de su éxito. Le consulto. Robert, sé que no existen las fórmulas mágicas, pero ¿qué consideras que podría ser la clave de tu éxito? Lo piensa. "La selección de las imágenes es algo que nosotros trabajamos muchísimo y no la delego en nadie. Ahora tengo un dolor de cabeza tremendo a la hora de seleccionar las fotos. Creo que es la parte más importante de todo nuestro negocio y creo, además, que es lo que los fotógrafos suelen hacer peor", me asegura.
Me quedo callado y, al momento, continúa. "Creo que estos dos años la manera de documentar las bodas también ha cambiado, y nosotros nos esforzamos por cumplir siempre con las expectativas. El dinero que pagan las parejas y las expectativas que tienen ahora mismo no son comparables con lo que pasaba hace 2 años", sugiere. Ponme un ejemplo, por favor, que no sé si te estoy siguiendo. Lo piensa. "Ahora, por ejemplo, yo me preparo las bodas de otra forma. Antes, sí que hacía videollamadas con las parejas, sí que intentaba tener toda la información que necesitaba sobre ellos y su familia, etcétera, pero ahora también buscamos un acercamiento gráfico", me comenta. ¿Qué quieres decir con acercamiento gráfico? "Pues les pregunto qué es lo que esperan de sus fotografías, y les animo a que aporten referencias que les hayan inspirado, sus inquietudes, lo que les gusta, lo que les emociona; juntamos toda la información y creamos un moodboard, unos PDF donde nos fijamos objetivos visuales concretos, únicos para cada boda", concluye. Eureka. El mercado de lo exclusivo. Me queda claro. Bravo, Robert.

Antes de cerrar la videollamada le pido imágenes para este artículo, y Robert me dice que sin problema, que tiene siempre disponible una galería con sus mejores fotografías, porque desde hace años se fuerza a enriquecer su portfolio con tres fotos de cada uno de sus reportajes. No me cabe duda. Robert respira estrategia y planificación. Me recomienda, además, que yo empiece a hacerlo. No sé muy bien por qué, justo en ese momento, le hablo de su éxito y lo comparo con el de otros muchos profesionales que también conviven con contextos que han elegido, aunque no sean tan exclusivos y aparentes como el suyo. "El éxito es relativo y depende de cada persona", me responde. "Mi idea de éxito también ha cambiado desde que tengo un enano", añade. Y ahora, mientras busco la manera de cerrar este artículo, no puedo evitar imaginármelo sentado con su equipo y trazando estrategias que le permitan seguir siendo un profesional tan admirable sin dejar de ser el padre que ese enano necesita. Disfruta del camino, Robert. Sin duda, te lo mereces.









Todas las imágenes del artículo pertenecen a Robert Marcillas.
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